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El fútbol, cobijo de un refugiado

Bayan Mahmud llegó a Argentina como refugiado en el año 2010, cuando apenas tenía 16 años de edad. Huyó desde Cape Coast, el sur de Ghana, por la ola de violencia entre tribus en su país, que ya le había arrebatado la vida a sus padres en el 2005.

El destino del barco al cual se subieron Bayan y su hermano Muntala, era Sudamérica, más específicamente Argentina y no Europa, como él creía: “Yo había escuchado en Ghana que mucha gente se escondía en barcos que después llegaban a Europa. Junté fuerzas y lo intenté, no quedaba otra”, cuenta Bayan.

Pero a El chico de rastas el fútbol no le era indiferente. No conocía Argentina, pero sí a sus grandes figuras: Maradona y Messi. “No tenía ni idea donde estaba, hasta que llegué a Retiro y me crucé con unos senegaleses no sabía de la existencia de este país, salvo por Messi y Maradona”.

Dos años después, en el 2012 acaparó los medios de comunicación, pero no por la travesía vivida como refugiado, sino por las habilidades con el balón que había mostrado en una plaza en Buenos Aires y que luego le abrieron las puertas en uno de los clubes más importantes de Sudamérica y el mundo: el Club Atlético Boca Juniors. “Había ido a Deportivo Italiano de Caseros a sumar chicos para las inferiores. Y ahí lo vi a Bayan, que automáticamente me llamó la atención, era un distinto en varios sentidos”, resalta Rubén García, preparador técnico en las divisiones inferiores de Boca.

Fue entonces que el joven ghanés comenzó su carrera como profesional del fútbol. El club auriazul lo hospedó en su complejo deportivo más conocido como “Casa Amarilla” y lo ayudó a terminar el colegio.

Durante la odisea de cruzar el océano Atlántico, que duró tres semanas, los hermanos que emprendieron juntos el viaje se perdieron las huellas, el club auriazul los volvió a reencontrar tras una búsqueda a través de las redes sociales, algo totalmente desconocido en ese entonces para Bayan.

Pero además de sus dotes con la pelota, su historia, su carisma y su acento algo porteño, convirtieron a Bayan en un referente tanto en el campo de juego, como para la prensa “Bayan es un chico fuerte, alegre, querible y lleno de esperanza. Para un club como Boca, un club de inmigrantes, es una enorme satisfacción tener a Bayan con nosotros", decía el presidente de Boca Juniors Daniel Angelici años atrás.

Bayan actualmente juega en el Blanc-Mesnil SF, de la segunda división del fútbol francés y ya es un tanto activo con las redes sociales, donde comparte fotos y sus experiencias. El chico, hoy de 22 años, es un ejemplo de cómo superar barreras y de cuán valioso es el deporte y en este caso particular el fútbol, nos une en alegrías y nos abraza con historias como éstas.

Desde CONMEBOL, este 20 de junio, Día Mundial de los Refugiados, conmemoramos su fuerza, valor y perseverancia.

“Tenes que creer en vos mismo y poner todo el esfuerzo, sino es muy raro que las oportunidades te caigan del cielo”, sostiene Bayan, que sin lugar a dudas, nos enseña a -Creer en grande-.

 

 

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